viernes, 25 de octubre de 2013

El imperialismo




El imperialismo es la dominación política de un Estado sobre varios otros para establecer una hegemonía política, económica, cultural, por lo que la expansión de Europa en ultramar produjo nuevas rivalidades entre las grandes potencias y difundió la idea de que el equilibrio de poder había de considerarse como una cuestión mundial y no solamente limitada a Europa. La civilización europea, con sus ideas de competencia económica, energía, eficacia práctica, explotación, patriotismo, poder y nacionalismo, cayó sobre Asia y África. Pero con ello llevó también, quizá involuntariamente, otra serie de ideas que había heredado de la Revolución Francesa y de sus precursores del siglo S.XVIII.

El siguiente trabajo explica como durante el transcurso de los siglos, el imperialismo se ha ido acentuando día a día en el mundo desde el imperio de Asoka en la India hasta el presente siglo, viéndose los países de Europa en contacto con culturas primitivas y exóticas, y éstas ejercieron a su vez un profundo efecto sobre la sensibilidad europea. A principios del siglo xx, el arte de África, por ejemplo, contribuyó a la revolución pictórica europea iniciada por Pablo Picasso hacia 1907. Al mismo tiempo, la ciencia de la antropología se desarrolló rápidamente cuando la colonización convirtió la observación de sociedades poco conocidas en algo, a la vez, practicables y de creciente importancia para gobiernos y administradores.

La expansión imperialista ha recibido diferentes explicaciones; y quizá ninguna sea capaz, por sí sola, de dar cuenta de desarrollos que variaran convenientemente según las distintas partes del mundo. La explicación más completa es la que atribuye el movimiento imperialista a presiones económicas. Este punto de vista fue expuesto por el inglés J. A. Hobson y algunos pensadores socialistas de Alemania y Austria; pero adquirió su forma más popular e influyente en un panfleto escrito por Lenin en 1916: El imperialismo, fase superior del capitalismo. Según Lenin, con el desarrollo industrial de Europa y la progresiva concentración del capital debida a la creación de trusts y cariéis y al papel cada vez más importante de los bancos en la financiación de todo tipo de empresas industriales y comerciales, a los financieros les resultaba cada vez más difícil invertir su dinero de modo provechoso.

El mercado europeo estaba saturado y, en consecuencia, era esencial hallar nuevos campos de inversión en ultramar.  Esta necesidad,  según  Lenin, forzó a las potencias europeas a repartirse el mundo  en una pugna por conquistar nuevos mercados industriales y nuevas zonas en las que invertir. El resultado fue una agudización de la rivalidad entre las potencias que hacía inevitable la guerra. Los grupos de presión económica —ya fuesen financieros en busca de nuevos campos de inversión, o comerciantes que buscaban nuevas salidas para sus mercancías y nuevas fuentes de materias primas— desempeñaron un papel considerable a la hora de persuadir a los gobiernos de Europa para que se embarcaran en la expansión colonial.

Hubo, con todo, otros móviles, además de los económicos, que contribuyeron al movimiento imperialista.

El impulso de realizar descubrimientos científicos y de explorar territorios desconocidos ayudó a abrir África. El deseo de los misioneros cristianos convertir a los paganos les llevó a establecer centros de influencia europea en partes remotas del mundo y una vez comenzado el movimiento imperialista, éste fue capaz de generar generó su propio impulso a través del mundo.

Causas

Económicas
La crisis 1873 provocó el descenso de los precios, y con ello el proteccionismo, es decir, la protección de los productos propios de cada país prohibiendo la entrada de artículos extranjeros o gravándolos con impuestos. Esto dio lugar a la necesidad de encontrar nuevos mercados que no estuvieran controlados por dicho sistema. Por otra parte, potencias capitalistas europeas como Inglaterra, Países Bajos y Francia necesitan dar salida a su excedente de capital y lo hacen invirtiéndolo en países de otros continentes estableciendo préstamos, implantando ferrocarriles, instalando puertos, etc. Además estos países necesitan buscar materias primas para sus industrias ya que, empiezan a agotarse o a escasear en Europa. La Segunda Revolución Industrial, por otra parte, necesita de nuevas materias primas de las que Europa no dispone o escasean, como plata, petróleo, caucho, oro, cobre, etc. las causas económicas fueron el fruto de la expansión del capital industrial y se vieron obligados a buscar territorios nuevos donde pudieran invertir el exceso de capitales acumulados, estos capitales encontraron una productiva salida en forma de créditos otorgados a la minoría de los indígenas.

Demográficas
En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando incluso a duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos. Gran parte de la población, unos 40 millones de europeos, no tenía otra salida que marcharse a las colonias de su respectivo país ya que no contaban con trabajo, ni con alimentos suficientes para abastecerse todos y cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores condiciones de vida.

Darwinismo social
Adoptado por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus actuaciones. Tras conocer las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a seguir creciendo aunque fuera a costa de las más inferiores o retrasadas.

Científicas
Existía un fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas, conocer nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo. Esto hace que muchos científicos deseen progresar, lanzándose a la aventura consiguiendo a cambio grandes avances en campos como la biología y la botánica.

Técnico-políticas
Algunos políticos quieren hacer olvidar rápidamente sus derrotas consiguiendo nuevos territorios. La navegación también fue un factor importante ya que los barcos de vapor, ahora capaces de llegar mucho más lejos, necesitan disponer de puntos costeros por todo el mundo para poder reponer las existencias de carbón, por lo que cuando el establecimiento de estos pasó a manos del estado, en lugar de limitarse a dicho punto, este intentó controlar cada vez más territorio. Allí donde se tenga un predominio político se tendrá el predominio de los productos, un predominio económico.1

Militares y geoestratégicas
El periodo entre 1871 y 1914 fue de paz entre las principales potencias europeas, la denominada Bella Época (Belle Époque). La disponibilidad de un creciente potencial demográfico para el alistamiento se puede emplear en territorios extraeuropeos, siguiendo o precediendo a la expansión colonial económica de las empresas y a la emigración.
Las razones geoestratégicas eran resultado de la competencia por el dominio de rutas navales (escalas necesarias para el repostaje de los buques) y de espacios continentales clave, como la denominada área pivote del Asia Central o el imperio continuo en África (la continuidad territorial entre las bases navales en mares opuestos).

Consecuencias

Demográficas
En general, la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad, por la introducción de la medicina moderna occidental y mantenerse una alta natalidad. Ello se tradujo en un desequilibrio entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la población autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del imperialismo), como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela, gripe, etc). En otros lugares, la población indígena fue simplemente reemplazada por colonos extranjeros

Económicas
La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento de unas mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras destinadas a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las colonias se convirtieron en abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias metropolitanas, mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La economía tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por otra de exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de las formas ancestrales de producir y la extensión de cultivos

Sociales
Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes y funcionarios procedentes de la metrópolis que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide social. Se trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos del ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una profunda occidentalización. Cuando, a raíz del proceso de descolonización, comienzan a surgir estados a partir de lo que fueron colonias, esos grupos sociales ocuparán una posición relevante en la administración y el gobierno de los nuevos países.

Políticas
Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la metrópoli, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo, esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de un anti imperialismo protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la toma en consideración de las tradiciones autóctonas. Ello se canalizó a través de las premisas del juego democrático que las metrópolis defendían para sí mismas pero que negaban a sus colonias: libertad, igualdad, soberanía nacional,etc.

Culturales
El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el inglés, el francés y el español). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana (católica, anglicana, protestante, etc) desplazó a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó con esas creencias, conformando doctrinas de carácter sincrético.

Ecológicas
La introducción de nuevas formas de explotación agrícola e inéditas especies vegetales y animales provocaron la modificación o destrucción de los ecosistemas naturales. Así, por ejemplo, el bisonte fue casi exterminado en las praderas americanas; el conejo se convirtió en una auténtica plaga tras su introducción en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las grandes selvas tropicales fueron objeto de deforestación causada por la sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los ríos fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales preciosos.


Justificación

Económica
Las naciones dominan a otras para expandir su economía, obtener materia prima, mano de obra, o para dar salida a los excedentes de capital.

Política
Los estados tienden a expandirse por ambición de poder, prestigio, seguridad y ventajas diplomáticas respecto a otros estados para la economía mundial de hoy en día.

Ideológica
Los países se ven impulsados a expandir su influencia para a su vez expandir sus valores políticos, culturales y religiosos, a su vez los países son beneficiados con paz, seguridad y prosperidad.

Religiosa
Los países con estándares religiosos solían expandir su influencia por países cercanos a este para así propagar su religión. Es un sistema de la actividad humana compuesto por creencias y prácticas acerca de lo considerado como divino o sagrado, tanto personales como colectivas, de tipo existencial, moral y espiritual. Se habla de «religiones» para hacer referencia a formas específicas de manifestación del fenómeno religioso, compartidas por los diferentes grupos humanos. Hay religiones que están organizadas de formas más o menos rígidas, mientras que otras carecen de estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la sociedad o etnia en la que se practican.

La segunda revolución industrial



La Segunda Revolución Industrial, se inició a mediados del siglo XIX (c. 1850 - 1970), fue una segunda fase de la Revolución Industrial, implica una serie de desarrollos dentro de la industria química, eléctrica, de petróleo y de acero. Otros progresos esenciales durante este período incluyen la introducción de los buques de acero movidos a vapor, el desarrollo del avion y de la locomotora de vapor, la producción en masa de bienes de consumo, el enlatado de alimentos, refrigeración mecánica y otras técnicas de preservación y la invención del teléfono electromagnética. La Segunda Revolución Industrial se considerada sólo una fase de la Revolución Industrial, ya que, desde un punto socio-tecnologico, no habia una clara ruptura entre las dos, de hecho, la Segunda Revolución Industrial fue un fortalecimiento y perfeccionamiento de las tecnologías de la Primera Revolución Industrial.

Se dan cambios en las fuetes de energía. A parte del carbón por el uso del vapor, se dan dos fuentes nuevas: la electricidad y el petróleo. Las ventajas de la electricidad son que es una energía limpia, potente, de fácil transporte y se podía dar en muchos campos (iluminación, máquinas, comunicaciones, etc.). Gracias a su utilización, se dieron nuevos inventos. La electricidad permitió la renovación de las comunicaciones, con el teléfono, el telégrafo y la radio. Se dieron nuevos descubrimientos sobre cine y fotografía. En el campo del transporte se utilizaba la electricidad como fuente de energía para el movimiento del tranvía y el metro. El primer metro fue el de Londres. Por lo tanto, la electricidad va a sustanciar la vida de entonces. El petróleo y sus derivados son elementos muy importantes. El petróleo se utilizaba en la iluminación antes de la llegada de la electricidad. Pero el petróleo se dio sobre todo en el campo de las comunicaciones. Los primeros motores de petróleo fueron los diesel que junto a los neumáticos dieron lugar al automóvil. El queroseno, como derivado, se utilizó para la aviación. Se crean a partir del petróleo elementos que permiten el desarrollo de fibras nuevas, farmacéutica y elementos químicos. Gracias a esto hay una renovación de las vidas de los habitantes.

También se dan cambios en el transporte por tierra, por mar y por aire. Por tierra nos encontramos que se construyen grandes vías férreas internacionales, como el Orient Express que une a Inglaterra con Estambul. En América hay dos ferrocarriles que cruzan el continente. Nos encontramos también con algo muy importante, la aparición del automóvil. También aparecen los primeros autobuses y camiones. Por mar, nos encontramos que con la enorme transformación de la navegación. Aparecen buques de acero que son capaces de llevar una bastante mayor cantidad de peso que, gracias a las mejoras por el uso de acero en su construcción y mayor potencia de los motores, permitió acortar la duración de los viajes, lo que abarataba los costes. A esto también ayudó la nueva aparición de rutas marítimas con dos canales muy importantes:

Canal de Suez (1870) Egipto. Se construyó para reducir la ruta. Desde el mediterráneo, atraviesa el mar Rojo y llega al océano Índico y las zonas asiáticas.

Canal de Panamá. Fue y es fundamental para EEUU, que lo controla hasta 1999, cuando jurídicamente pasa a manos de los panameños. Una el océano Índico con el Atlántico.

Se introduce la navegación aérea en las primeras décadas del siglo xx. Los hermanos Wright inventan un motor con un derivado del petróleo, y realizaron su primer vuelo en 1903, aunque fue a partir de 1909 cuando Blériot atravesó el canal de La Mancha, cuando la aviación se convirtió en un fenómeno industrial y militar.

Habrá cambios en la industria. Se desarrolla una nueva industria además de la siderúrgica, y se empiezan a utilizar nuevos metales como el aluminio, y aparecen nuevos aceros especiales. Se desarrolla la industria química, tanto pesada como ligera, en productos farmacéuticos por ejemplo. No menos importante fue el desarrollo de la industria de la construcción, del automóvil, etc. Se construyen los primeros rascacielos en Nueva York. Los tractores renuevan la agricultura.

También hay cambios en lo que a demografía se refiere. Europa va a aumentar su población, es decir, habrá una revolución demográfica, y como consecuencia se producen migraciones desde Europa a finales del siglo XIX hacia zonas pocas pobladas (América, Australia y Nueva Zelanda), lo que lleva a la formación de los países nuevos que empiezan a tener importancia a partir de este momento.

Hubo cambios en la organización del trabajo y de las empresas. En esta época se acentúa la división del trabajo y su especialización. Se intenta eliminar los movimientos superfluos de los trabajadores y, por lo tanto, los que llevaban pérdida de tiempo. Taylor desarrolló en EEUU la cadena de montaje que es una cinta transportadora continua por la que circulan los productos en fase de fabricación. Surge el Taylorismo, que pretendía obtener el mayor beneficio en el mínimo esfuerzo. Esto supone la especialización de un trabajador a una tarea concreta. Esto supone el aumento de la productividad y el descenso de los precios, así como una menor cualificación para el trabajo y un menor salario. Como consecuencia de la producción se desarrolla una fuerte competencia. A causa de la crisis de 1973, las empresas tendieron a unirse y ser más poderosas. Estas uniones se pueden dar a través de diferentes criterios:

Concentración a través de la producción: Las concentraciones empresariales pueden ser horizontales (son agrupaciones de empresas que tiene productos iguales o muy parecidos) o verticales (unión de empresas que tienen distintas producciones pero que se complementan entre sí, es decir, que las empresas trabajan en un mismo ramo productivo.

Concentración a partir del criterio financiero. Nos encontramos con concentraciones financieras como son...

*Cartel: Las empresas se ponen de acuerdo para poner precios comunes. No se modifica la estructura interna de la empresa.

*Trust: Fusión de diversas empresas en una, pudiendo llegar a formar una nueva. Modifica la estructura interna de la empresa.

*Holding: Unión de empresas muy distintas entre só en las que hay un control de la mayor parte de las acciones.

La revolución se extendió por Alemania (carbonífera), Bélgica, norte de Italia y por pequeñas zonas de España y Francia. También se da en EEUU, donde fue muy importante, y en Japón a partir de la Revolución Meiji (1868), convirtiéndose en una importante potencia industrial, ya que intentan aplicar las técnicas de occidente conservando su propia mentalidad y se convierte en el único país industrial de Asia.

Se va a emplear el liberalismo en las zonas si es una buena época, pero si se está en crisis se va a emplear el proteccionismo.

Las fuentes de energía utilizadas a causa de esta revolución son el carbón y el vapor, el petróleo y la electricidad.

Surgen problemas como la fuerte competencia entre los países, el descenso de los salarios, arrinconamiento laboral de los artesanos y las crisis de sobreproducción.

En la organización de las empresas, veremos como predominan ante todo las grandes empresas.


Este período también marca el advenimiento de Alemania y de los Estados Unidos como potencias industriales, junto a Francia y al Reino Unido. Durante la Segunda Revolución Industrial, las poblaciónes urbana superaron a las del campo, haciendo más importante a las metrópolis.

En los Estados Unidos la segunda revolución industrial esta asociada con electrificación de Nikola Tesla, Thomas Alva Edison y George Westinghouse y la gestión científica aplicada por Frederick Winslow Taylor.En el pasado , el término " Segunda Revolución Industrial "también fue utilizado en la prensa y los industriales para referirse a los cambios derivados de la dispersión de las nuevas tecnologías después de Segunda Guerra Mundial. La emoción y el debate acerca de los peligros y beneficios de era atomica fueron más intensos y duraderos que los de era espacial, pero ambos fueron incluidos como motores de una nueva Revolución Industrial.

Caracteristicas de la Segunda Revolucion industrial 

- La sustitucion del hierro por el acero en la industria.
- El reemplazo del vapor por la electricidad y los derivados del petroleo como fuente de energia.
- La introduccion de la maquinaria automatica para dirigir y poner en funcionamiento a otras maquinas.
- Los cambios radicales en los transportes y comunicaciones.
- El creciente dominio y aplicacion de la ciencia a la industria.
- Las nuevas formas de organizacion capitalista: imperialismo, maquinismo y gran industria.

Las invenciones y sus aplicaciones tenian mucho más difusion y descentralizacion en esta Segunda Revolucion que en la primera fase. Este período vio el crecimiento de máquinas operadas capaces de fabricar piezas para el uso en otras máquinas. También surgieron líneas de producción para la fabricación de productos de consumo.

Nuevas Fuentes de Energia 

La Segunda Revolucion industrial llevo al hombre al descubrimiento de nuevas fuentes de energia: la electricidad y el petroleo. Con el uso del petroleo se inventaron los motores de explosion (la evolución del motor de combustión interna apareció en muchos países industrializados gracias al intercambio cultural ). Estos descubrimientos dieron lugar a los siguientes inventos:

Principales inventos de la Segunda Revolucion Industrial 

- El Motor de explosion (motor de combustion interna, motor Diesel): Esta maquina reemplazo al motor a vapor, mediante el empleo de un nuevo combustible, que es el petroleo. lo perfecciono en 1897, el ingeniero aleman Rudolf Diesel (1858-1913).

- La Electricidad: (Alumbrado publico):Fue obra de Tomas Alva Edison(1847-1913). en principio creo a la lampara incandescente (1879). Posteriormente, fue mejorando con filamentos de corteza de bambu y mas tarde, con el de metal. El alumbrado publico mejoro las condiciones de vida diaria, en el mundo entero. años despues del descubrimiento (1866) se comenzo con la primera gran instalacion hidroelectrica en las cataratas de Niagara.

- El Telegrafo electrico: Aparato construido por el norteamericano Samuel Morse (1791-1872), en 1837. Permitia, por entonces, la transmision instantanea y a distancia de un alfabeto especial, de puntos y rayas, que representaba las letras. Este codigo fue universalmente adoptado. Las primeras lineas se tendieron para el uso de ferrocarriles y de los gobiernos de Inglaterra (1839), Estados Unidos (1844) y Francia (1856). En 1866, Cyrus W. Field instalo lineas telegraficas a traves de los mares, logrando la comunicacion entre Estados Unidos y Europa

- El Telegrafo sin hilos: (Aparecio debido al descubrimiento de las ondas electricas en la atmosfera). Fue invento de Guillermo Marconi (1874-1937), se popularizo entre las dos guerras mundiales, al desarrollarse la radio difusion. Años despues , se descubrio la television, generalizandose su uso, en 1936, en inglaterra y 1941, en los Estados Unidos de norteamerica. Despues del ultimo conflicto mundial se ha logrado transcendentes progresos en la comunicacion de masas.

- El Cinematografo: instrumento inventado por los hermanos Luis y Augusto Lumiere. Hizo su aparicion entre las novedades de fines del siglo XIX. La primera exhibicion se realizo en Paris, en 1893. en el siglo XX, se combino con la celula fotoelectrica para lograr el funcionamiento del cine sonoro.

- El Aeroplano: La navegacion aerea tuvo sus inicios en los ensayos de los hermanos Montgolfier y Giffard, quienes realizaron vuelos en los globos aerostaticos y dirigibles, respectivamente. Mas tarde, los hermanos Wright utilizaron un aparato más pesado que el aire: el aeroplano. Este vehiculo comenzo a ser utilizado como arma de combate, despues de la Primera Guerra Mundial. En 1919, se efectua la primera travesia aerea del atlantico.

Este período , como en la Primera Revolución Industrial, se caracterizó por el desempleo en el campo y la migración de los trabajadores empobrecidas de las zonas rurales a las ciudades en busca de empleo en la industria. La abundancia de oferta de mano de obra , que incluia niños y mujeres, está estrechamente vinculada a la reducción de los salarios y el deterioro de las condiciones de trabajo. También fue notable la expansión del número de trabajadores asalariados que formaban sindicatos.

El pensamiento liberal y socialista


Liberalismo y socialismo en Rafael María Baralt. Johan Méndez Reyes

Liberalismo y socialismo en Rafael María Baralt

Johan Méndez Reyes


Introducción

En la primera mitad del siglo XIX el pensamiento filosófico desarrollado en Venezuela asumió una forma específica de incorporación y recepción innovadora de sus fuentes europeas, especialmente del liberalismo, conservadurismo, socialismo utópico, anarquismo, romanticismo e inclusive del positivismo. La obra de Rafael María Baralt (1810-1860), se inscribe en esta tendencia, a pesar que se evidencie su gran afinidad con el liberalismo, no fue sólo un apasionado defensor y justificador del liberalismo político, sino que se “aventuró a seguirlo en sus conexiones con las doctrinas más radicales de la época, topándose en algunos momentos con el marxismo.”

Si bien es cierto que “Baralt, no llegó a ser marxista ni comunista propiamente dicho, no obstante ya circulaba en 1848 el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, no trascendió de un liberalismo avanzado que incursionó en debates entre el socialismo, desde los planteamientos de Proudhon hasta los del historiador francés Guizot”.

El acercamiento que tiene Baralt, en relación al socialismo, se puede considerar como ligero y sutil, convirtiéndose en un analista político –como dice Pulgar- pero con entera autonomía intelectual, desde convicciones cristianas y arriesgando posiciones en un medio de los más atrasados de Europa que era España.

Para Augusto Mijares, Baralt puede ser considerado un socialista burgués, debido a su interpretación de la historia al considerar que “… la revolución –afirma Baralt- hecha por el estado llano remachó las cadenas del proletariado, apreciación que separa agresivamente las dos clases…”
Mientras que para Ramón Díaz Sánchez, Rafael María Baralt, puede ser considerado como un liberal progresista “o lo que es lo mismo, hombre de izquierda…”
El presente trabajo no pretende demostrar que Rafael María Baralt, fue un socialista o que desarrolló una continuidad teórica con el socialismo utópico. Por el contrario, asumimos que el pensamiento de este intelectual venezolano se mueve dentro de la doctrina del liberalismo y de la clase burguesa, pero que se preocupó por revisar algunos postulados del socialismo, hasta el punto de compararlo con los fundamentos liberales, desarrollando una interesante disputa entre la postura socialista y la liberal. Convirtiendo en uno de los iniciadores de este debate en Venezuela. Situar la obra de Rafael María Baralt desde su interés de clase burguesa, no debe ser sinónimo de un determinismo para evaluar su obra, sino que por el contrario, es una lógica que permite comprender los modos y las condiciones reales de posibilidad de su pensamiento en la historia venezolana.
En este sentido, se analizará, desde una metodología hermenéutica, las reflexiones que este pensador venezolano desarrolla en relación al liberalismo y al socialismo, haciendo uso de la sistematización y la interpretación de su obra, así como de otros materiales bibliográficos consultados, especialmente se trabajará con su obra Programas políticos. En este texto, Baralt plantea los postulados de la democracia, liberalismo, socialismo, entre otros temas políticos, también estudia a pensadores de la talla de Guizot, Proudhon, Tocqueville, entre otros autores europeos, que recogen su preocupación por la situación política, social y cultural en la se encontraban la sociedad americana y europea.

Liberalismo

En el pensamiento político de Rafael María Baralt, es indispensable tomar en cuenta su concepto de democracia y su postura crítica a la “idolatría de la democracia”, en él, además de resaltar los valores de la democracia liberal, destaca algunas experiencias negativas de tipo socialista, a pesar de reconocer que la democracia puede estar íntimamente asociada al socialismo.
Las ideas del siglo XIX de la historia de Europa son tributarias de los conceptos políticos ilustrados. Ideas inspiradora de la revolución de independentista de las colonias americanas (1776) primero, y la Revolución francesa (1789) después, propiciaron el constitucionalismo liberal decimonónico, a través del cual van a influir en todas las corrientes políticas de la época. Estructurándose en una amplia Zona de transición entre lo que se llamó el Antiguo Régimen y el Estado liberal; entre una sociedad estamental y una clasita, donde la guerra y la revolución son, simultáneamente, fenómenos vividos por los pueblos europeos y latinoamericanos posteriormente.
En tal sentido, el planteamiento de la democracia de Rafael María Baralt, se inserta en esta discusión contextual. Para él, la democracia, es entendida como aquella que propone establecer como máxima, la felicidad de todo los hombres, como derecho esencial para la buena vida, este derecho, señala Baralt, depende, “…según las facultades que han recibido de la naturaleza, y según también el mérito de sus obras; de donde se deduce que la sociedad, teatro donde el hombre busca y alcanza esa felicidad, lejos de poner embarazos al desarrollo de sus facultades y a la adquisición de los medios que tiene que emplear para obtenerla, debe facilitar y promover su desenvolvimiento y aumento.” Por ello, la democracia es una idea natural, humana, providencial y divina, que se desenvuelve en la historia procurando la igualdad de condiciones y el bienestar de las clases sociales.
Baralt, claramente influenciado por el liberalismo del siglo XIX, considera que la democracia propuesta por Montesquieu, Adam Smith, Tocqueville, entre otros, no propone en absoluto la expropiación de bienes, como si lo hace el comunismo y el socialismo. La democracia, que defiende Baralt, por el contrario, es la que se fundamenta en el respeto de la propiedad privada, en la acumulación de riqueza y en los valores del individualismo, en tal sentido, afirma que:
La democracia no proclama ni sostiene la expropiación de bienes. Su principio fundamental económico es la desvinculación: y esta es una ley en Francia, así como en otras muchas naciones civilizadas. Respecto a la propiedad: nada más justo, porque sin ella no hay trabajo, sin trabajo no hay producción, sin producción no hay riqueza, ni alimentos, y sin éstos no hay sociedad.”

Por ello, Baralt, ante esa situación se plantea, ¿Qué debe hacerse para conservar la propiedad e impedir la injusta repartición de los bienes que ella produce?

La democracia indica como solución de este problema: La distribución igual de la herencia entre los hijos o herederos, El aumento de capital, y por consiguiente del trabajo por medio de la reforma de impuesto, de la reforma de la administración y de la economía en el presupuesto, La creación de un vasto sistema de concesión de trabajo, como parte del sistema de beneficencia pública, La asociación del capital y del trabajo, del empresario y obrero y La unión intima del sentimiento moral, del sentimiento religioso y del sentimiento de la libertad, por medio de la fraternidad cristiana.

Baralt, entiende por democracia, aquella forma de gobierno que se reduce al liberalismo, y considera que “… nuestro objeto no es defender el socialismo, sino justificar la democracia: cosas entre sí muy diversas, y que Guizot no ha debido confundir en un sola.”
La democracia, según Baralt, es aquella que se debe incorporar a las leyes históricas, por tanto, a pesar, de profesar la igualdad entre los hombres, ésta se hace imposible por el devenir histórico de la civilización, por ello dirá:
La esclavitud pasa a ser servidumbre; la servidumbre se transforma, queda convertida en gremios industriales, y nace el estado llano; los gremios industriales desaparecen, el estado llano comienza el laborioso trabajo de su emancipación, y el proletariado toma su triste puesto en el mundo; el estado llano combate la nobleza de raza, triunfa de ella y es libre; el proletariado siente remachar sus cadenas. ¿Pretenderá acaso Guizot que, llegada a este punto, se detenga la humanidad condenando para siempre a la clase más numerosa de la sociedad al ilotismo en que actualmente se encuentra? Santa es la libertad y la adoramos, pero la queremos para todos, no para algunos.

Sostiene Baralt, que nada tiene que ver la democracia con los excesos cometidos por el absolutismo en su combate a muerte contra ella; por el liberalismo ecléctico que no ha sabido comprenderla; por sus falsos apóstoles, que la han amancillado y vendido;
por la natural inexperiencia de sus primeros adeptos, que no ha podido ni sabido darle dirección; por los delirios de reformadores exagerados y violentos que, adrede o por ignorancia, confunde con ella sus doctrinas; y finalmente, por las leyes invariables que gobiernan los negocios humanos y según las cuales nada muere sin dolor, ni nada se funda sin trabajo.”

La democracia que defiende Baralt es la compatible con el variado orden social de las diversas naciones civilizadas, que tiene como dominador común la religión cristiana como medula centra. En este sentido, señala:
Esa democracia, la única verdadera, es compatible con el vario orden social de las diversas naciones civilizadas; se llama, y es, hija del cristianismo, proclama y afirma la libertad, el poder fuerte y completo como garantía del uno y de la otra, fortalece todos los intereses legítimos, protege todos los derechos, cumple todos los deberes y es amiga de todas las clases: enemiga tan solo de la arbitrariedad y de la tiranía.”

En su Escritos Políticos Baralt, desarrolla las reflexiones sobre la disputa entre el socialismo utópico y la economía política o liberalismo. Reflexiones amplias y extensas, que en algunos momentos, Baralt, más que dar un punto de vista claro, se convierte en árbitro político, sin tomar públicamente una posición. A pesar de ello, se evidencia su tendencia hacia el liberalismo.
En efecto, este intelectual venezolano, despliega, los elementos que él considera esenciales entre estas dos corrientes, en ese sentido, señala que: “Dos poderes se disputan el gobierno del mundo y se anatematizan con el furor que pudieran hacerlo dos cultos enemigos: la economía política o la “tradición”; y el socialismo o la “utopía”. ¿Qué es la economía política? ¿Qué es el socialismo?”.
La economía política es –siguiendo a Baralt- la historia natural de las costumbres, tradiciones prácticas y rutinas más aparentes y más universales acreditadas en la sociedad tocante a la producción y a la distribución de la riqueza. “Bajo este concepto se considera y llama “ciencia”, legítima en “hecho” y en “derecho”, y declara que “lo que es” debe ser””.
El liberalismo, siguiendo a Tocqueville, lo considera como la máxima expresión de lo humano, el arte de ser libre es una búsqueda permanente de la plena felicidad, pero para alcanzarla, reconoce que la libertad es un proceso duro, ella “nace de ordinario en medio de las tempestades, se establece penosamente en lo más recio de las discordancias civiles y sólo cuando ya vieja hace patentes sus altos beneficios”.
La libertad, para Baralt, es un derecho, al igual que la igualdad, ella asiste al hombre de ser causa de sus propias acciones y de dirigir su actividad de la manera más conforme a los fines de su existencia. Baralt, la subdivide en libertad de obrar (externa), y libertad de pensar (interna). Primera: libertad de estado, de domicilio y de industria; segunda: libertad de creencia, de arte y de filosofía. Mientras que la igualdad, es la participación por derecho a todas las ventajas de la vida social, y se divide en necesaria y condicional. Por la primera todo individuo debe poseer en la sociedad los medios de mantener su dignidad moral y su existencia física. Su propiedad, su seguridad, su libertad, la posición de sus facultades y disposiciones naturales deben estar en perfecto nivel de derecho con las de cualquier otro miembro de la sociedad. Por el derecho condicional el individuo debe poseer en la sociedad tan solo las ventajas adecuadas al producto de sus facultades y disposiciones, y como la sociedad no tiene nivel para el talento, la virtud, el saber, ni la riqueza, se sigue que las ventajas de situación y de jerarquía, los goces, los honores, los empleos que aquellas cualidades proporcionan, deber ser, como ellas mismas, desiguales, porque estos bienes no se adquieren por derecho de persona, sino título de capacidad.

Por otra parte, Baralt, plantea la necesidad de elaborar una nueva teoría de la libertad, donde el hombre, sea considerado, no como fin, sino como medio de cumplir su destino, ser inteligente, “…y de aquí parten para establecer una filiación entre el deber y el derecho más análoga a la institución social y más en armonía con el desenvolvimiento legítimo del individuo y de la especie.”
Podemos sintetizar, el planteamiento liberal, de este pensador venezolano, en los siguientes aspectos: la libertad individual empieza donde acaba la igualdad necesaria; la libertad no es fin, no es objeto, ni para la sociedad ni para el individuo, es un medio, una facultad de obrar para alcanzar un fin, que es la realización de todas las ideas y sentimientos legítimos, dentro de los límites de una ley suprema, que es la moral; como medio o facultad, debe estar subordinada a la igualdad necesaria que es el objeto principal de la asociación; la legislación de un país debe ser, como la sociedad misma, progresiva
Baralt, destaca, que con ese planteamiento, la economía política tienda al individualismo y sus afirmaciones exclusivas; puede muy bien ser parte, y parte muy principal y constituyente, de la ciencia, a la cual vendrían a servir los hechos que describe y analiza como sirven en una vasta triangulación topográfica las bases de antemano dispuestas, las medidas de toda especie y los piquetes. Bajo este punto de vista el progreso de la humanidad, que se efectúa procediendo de los simple a lo compuesto, vendría a ser enteramente conforme con la marcha de las ciencias, y los fenómenos discordantes y aun frecuentemente subversivos que forman la base y el objeto de la economía política, deberían ser considerados como otras tantas hipótesis particulares sucesivamente realizadas por la humanidad en servicio de una hipótesis superior, cuya demostración comprobada resolvería todas las dificultadas y satisfaría las pretensiones legítimas del socialismo, sin anular por eso las principios económicos.
Por ello, la economía social es una aspiración generosa a mejor estado en lo futuro, que el conocimiento perfecto de la realidad presente, además de reconocer, también, que los elementos de estudio tan precioso se hallan todos en la economía política. Pocos defensores encuentran lo presente; pero no es menos universal el disgusto que inspiran las quimeras y las invenciones extravagantes o atrevidas. “Así que todo el mundo reconoce ya hoy que la verdad sólo puede hallarse en una fórmula que concibe estos dos términos: conservación y movimiento…”

Socialismo

Son las ideas propias de Hegel, los socialistas utópicos y de los anarquistas las que nutren el concepto de socialismo que desarrolla Baralt en su obra. Uno de los planteamientos que más trabajó este autor de las tesis socialistas fue el de la igualdad, ella es entendida no como una igualdad entre los hombres, sino igualdad entre las clases sociales o igualdad social, con ello se evidencia la presencia de los utópicos en este planteamiento. Además del concepto de igualdad, otro elemento que considero, este intelectual venezolano, característico del socialismo es el progreso –aunque también lo es del liberalismo-. Baralt es un defensor a ultranza del progreso de la civilización, considera que el progreso de la humanidad, es una marcha hacia la conformación de lo verdaderamente humano: la civilización, pero que esta no ha sido igual para todas las sociedades, en este sentido, dirá “cuantos tenemos fe en la mejora y perfección del hombre, del estado social, de la especie humana y de los gobiernos, somos socialistas”.
Se puede evidenciar en Rafael María Baralt, desde una perspectiva burguesa, su preocupación por el proletariado, e inclusive por la lucha de clase, es ese sentido dirá:
visto de cerca el mundo actual, bajo la forma que le ha dado el gobierno representativo, semeja un vasto campo donde un mismo pueblo se halla dividido en dos pueblos diferentes: uno que posee todos los instrumentos del trabajo, tierra, casas, capitales, derechos, facultades, inteligencia, fuerza, voluntad: otro que nada posee, por que de nada puede hacer uso a su albedrío y cuyas son, como necesidades inseparables de su existencia, la sujeción, la fatiga, la servidumbre, el hambre, en paz, en guerra. Este segundo pueblo mantiene al primero; para él trabaja, y por él sufre: pero, en descuento, por él vive gobernado de padres a hijos con el equitativo imperio que le dan la propiedad y la herencia de las condiciones y los títulos sociales… los dos pueblos de que acabamos de hablar pueden ser por consiguiente clasificados de otro modo: pueblo que hereda la ociosidad; y pueblo de quien es patrimonio el trabajo: pueblo señor y pueblo siervo.

Sin embrago, Baralt, siendo consecuente con su percepción liberal de la democracia y de la sociedad, se interroga, “… la democracia americana, hija legítima del gobierno representativo, su inmediata consecuencia lógica, su efecto necesario, ¿es socialista o comunista?” La respuesta, es negativa, a pesar de reconocer que el comunismo y socialismo tengan buenas intenciones, considera que no representan la democracia por excelencia.
En este sentido, cuestiona a Guizot, por pretender plantear una estrecha relación entre socialismo y democracia, al respecto señala: “…nuestro desacuerdo fundamental con Guizot consiste en la pretensión que tiene de confundir adrede el socialismo con la democracia. ¡Pretensión tanto más ridícula cuanto que Guizot es demócrata, como es democrático el gobierno representativo cuya historia ha trazado él mismo!”
Mas no es cierto que los socialistas, los comunistas, ni los montañeses funden en el principio de la democracia pura la legitimidad de su sistema; como no es cierto que el socialismo ni la democracia, sea una misma cosa.
Baralt, reconoce que siempre han existido, la lucha de las ideas, de las pasiones y de los intereses, porque hay dos tendencias igualmente legítimas en su principio e igualmente saludables en sus efectos; tendencias naturales, indestructibles, si bien opuestas entre sí, que se disputan el dominio de la sociedad: una es la tendencia a la producción de la desigualdad; otra es la tendencia a la conservación o al restablecimiento de la igualdad de los individuos y siguiendo a Cousin, afirma que: “…Dios, sin embrago, ha dispuesto que en esa lucha eterna entre el bien y el mal triunfe siempre la civilización; porque la civilización jamás será vencida”. Planteamiento un tanto maniqueísta, a la que llega Baralt, ante esta situación de explotación, miseria y desigualdades que viven los pueblos. A esto Marx, llamó la lucha de clases: entre burgueses y proletariados en El Manifiesto del Partido Comunista.

Rafael María Baralt, a pesar de reconocer que el comunismo y el socialismo tengan algunas nociones elementales democráticas, sus pretensiones exageradas e ideas erróneas acerca del gobierno y de la sociedad, acerca de la política y de la economía pública; lo hacen ser no democráticos, como no lo es la monarquía, democrática también, porque estos sistemas políticos:
no han ensayado la descentralización administrativa, ni la confederación de intereses provinciales, ni un sistema electoral fundado sobre ideas federativas de esa especie, ni el establecimiento de cuerpos colegisladores que guarden relación con ellas, ni la libertad ilimitada, ni la emancipación de la Iglesia, no otros grandes y fundamentales principios que forman la esencia de la democracia y que son hoy axiomas con que brillante experiencia de la Unión Americana ha enriquecido la ciencia política.
Mientras que el socialismo, siguiendo las ideas anarquistas de Proudhon -a quien considera Baralt su más hábil interprete, y el único hombre de la escuela que en más alto grado posee el espíritu y la índole revolucionaria-, plantea que hay anomalía en la constitución pasada y presente de la sociedad; pretende y prueba que el orden de cosas introducido por la civilización es contradictorio e ineficaz, y que engendra la opresión, la miseria y el crimen. Partiendo de aquí hace esfuerzos por refundir las costumbres y las instituciones; asegura que la economía política es una hipótesis falsa, inventada en provecho del menor contra el mayor número de los vivientes; y aplicando al caso el apotegma “a fructibus cognoscetis”, acaba de demostrar la impotencia y vanidad de la economía política con poner de manifiesto el cuadro de las calamidades humanas, cuya responsabilidad le atribuye. El socialismo afirma, pues, que lo que “debe ser” no existe.”
De aquí traza una línea de demarcación, Baralt, a la par que visible, hondamente delineada entre la una y la otra escuela. Aquélla –la economía política- se inclina a legitimar y santificar el egoísmo; ésta –el socialismo-, a exaltar el sentimiento de la comunidad; los partidarios de la primera son optimistas en orden a los hechos consumados; los de la segunda, tocante a los hechos que deben realizarse.
Tratando de solucionar, estas tensiones entre una escuela y otra, Baralt incorporar un tercer sistema, que llama ciencia social, y esta es entendida como:
la razón, entretanto, haciendo uso del raciocinio justificado por la experiencia, nos dice que la ciencia social es el conocimiento especulativo y sistemático… de lo que “es” en todo su vida, en el conjunto de sus manifestaciones sucesivas; y también que debe abrazar el orden completo de la humanidad, no sólo en tal o cual período de su duración… sino en todos sus principios y en la integridad absoluta de su existencia… porque así, y no de otro modo, podremos formar una idea de la realidad viviente y progresiva de la ciencia.”
En este sentido, Baralt, se pregunta: ¿Quién puede dirimir la contienda de estos doctores rivales? Sólo esa misma ciencia social, a la que, como juez competente, apelan ambos; pero es el mal que cada uno de ellos cree y afirma hallarse solo y exclusivamente en posesión de sus verdades.
Para este intelectual venezolano, ambas teorías se calumnian y ambas se hacen reos de infidencia a la razón, cuando por una parte los economistas, decorando con el pomposo nombre de ciencia sus retales y andrajos de teorías, se niegan a todo progreso ulterior; y cuando, por otra, rechazan la tradición los socialistas, y aspiran a reconstruir la sociedad sobre bases extravagantes o quiméricas. El socialismo nada puede sin una crítica profunda y un desenvolvimiento incesante de la economía política, pero ésta, a su vez, no es más que un impertinente centón cuando se empeña en patrocinar como ciertos y firmes todos los hechos recogidos y ordenados por Adam Smith, por J. B. Say y por sus sucesores.

Ante esta situación compleja, Rafael María Baralt, desde la perspectiva de la dialéctica hegeliana, propone que la sociedad debe ser entendida como una marcha que lleva consigo elementos contradictorios y cuyas teorías pudieran existir como antagónicas, por ello, afirma:
Esta marcha de la inteligencia es idéntica y paralela a la de la sociedad; y así, cuando una institución social da nacimiento e imprime desarrollo a la tendencia antisocial que se le opone, semejante discordancia en los hechos produce una institución más compleja en la cual encuentran sitio propio y completa satisfacción las dos tendencias contrarias; si bien sólo en aquel grado y medida que permite el estado de ilustración que alcanza la humanidad por el tiempo en que la conciliación se verifica.

Y más adelante:
Los hechos sociales son, pues, otras tantas tesis y antítesis que buscan la armonía de una síntesis; éste consiste, no en un término medio, en un eclecticismo arbitrario, impalpable, imposible, sino en un tercer principio, en una ley superior que, sin excluir los contrarios, los ponga de acuerdo absorbiéndolos, por decirlo así, a uno y otro en una fórmula compleja y absoluta.

En este sentido, no hay progreso sin movimiento, y éste lleva consigo necesariamente la dislocación de muchos objetos y la modificación de grandes intereses sociales.
A pesar de no considerar al socialismo como un sistema democrático, Baralt, reconoce una serie de características, que a nuestro juicio, confirman el carácter democrático que representa el socialismo como sistema político alternativo al liberalismo, en tal sentido, destaca:
Las discusiones que ciertas escuelas socialistas han suscitado en orden a la comunidad de trabajo y de bienes, y tocante a la intervención del Estado en el comercio y en la industria, el número mayor y casi la totalidad de sus hombres de luces y valía admite y confiesa estar de acuerdo en sostener como principios eternos suyos la familia, la herencia, la libertad individual, la libertad del trabajo y la afirmación del ser supremo. Estos principios, como axiomas sociales; la soberanía del pueblo, el voto, o como ahora se dice, sufragio universal, y la unidad del poder público, como axiomas políticos, forman la base de la escuela socialista, y el punto de partida de su sistema práctico de gobierno; por más que algunos espíritus especulativos y controversistas hayan arrojado a la arena del público debate las ardientes cuestiones que tan mala suerte y no pocos sinsabores han acarreado a sus adeptos, justificando hasta cierto punto el ostracismo que, en el sentir de muchos le coloca fuera de la comunión del género humano.

El socialismo es la “protesta” contra las instituciones viciadas de elementos individualistas, burgueses, explotadora, clasista y mercantilista. Para Baralt, los grandes reformadores de la humanidad han sido socialistas, y señala que la misma religión cristiana, más que ninguna otra fue utópica y socialista en su principio.
Para Baralt, al referirse al utopismo de estos dos planteamientos –del liberalismo y del socialismo-, señala que proviene de su naturaleza misma “una que lo quiere todo para el individuo y por el individuo, que puede decirse “economismo”: otra que lo quiere todo para la sociedad y por la sociedad, y que se llama comunismo”.
En este marco de ideas, Baralt, avanzando cada vez más por el camino de la crítica “neutral”; afirma que el socialismo no tiene valor sino como protesta para abolir la utopía oficial; y que, una vez obtenida semejante abolición, conviene detenerse a fin de dejar a la libertad el cuidado y el derecho de avanzar al paso que le señalen sus propias leyes, el estado de la sociedad y el espíritu de los tiempo.
El socialismo señala que todo sistema económico tiene por fundamento la hipótesis, ficción, utopía, o como quiera llamársele, de la “productividad” del capital; la mitad de los productos sociales pasa, con los nombres de “renta, arriendo, alquiler, intereses, beneficio, agiotaje” y otros, de las manos de los trabajadores a los capitalistas, hacendado y propietarios los cuales, como dice J. B. Say, producen con su instrumento propio y su resultado natural y preciso la desigualdad de condiciones y de bienes; la división de la sociedad en dos clases enemigas: entre quienes tienen el exceso de los productos y la servidumbre de la clase más numerosa de la sociedad, que se constituyen en miseria.
El socialismo del siglo XIX, siguiendo a Baralt, tiene como característica, la asociación fraternal de los particulares y la intervención tutelar del Estado, inspirada en la esencia de lo verdaderamente humano, su búsqueda del bien y la felicidad.
Para Rafael María Baralt, nunca será demasiado, ni aun suficiente, cuanto se diga para protestar contra estas dos funestas tendencias de los ánimos; el liberalismo, que adormece a la sociedad en el regazo de un optimismo engañador cuyo término es la inmovilidad rodeada de peligros: el socialismo, que presume hacer retrogradar la sociedad y capitular la revolución y el espíritu humano.

A modo de conclusión.

El pensamiento liberal nace con un afán expansivo y desde sus inicios, lo que se acentúa en sus expresiones actuales, intenta imponer sus versiones y reglas de interpretación de la realidad, se acuñan conceptos e ideas que se convierten en estereotipos dañinos para la práctica social. Tal ocurre con el concepto de libertad, ejes centrales del debate contemporáneo que guarda estrecha relación con la democracia y derechos humanos.
El liberalismo, es el antecedente inmediato, del sistema capitalista, que se basa en la propiedad privada, fomentada en la primacía del individuo con respecto a la sociedad o colectividad y hace valer los intereses personales, pasándoles muchas veces como benefactores de los intereses colectivos.
La libertad, que propone el sentido burgués, es el reconocimiento del hombre como sujeto de derecho definido por la propiedad, la retórica de la libertad disfraza las relaciones de dominación real que existen en la sociedad burguesa. En nombre de la libertad se amplían las desigualdades sociales, los ricos incrementan su riqueza, en tanto aumenta el número de personas que viven por debajo de los índice de la pobreza, que no tienen cubierta sus necesidades básicas. Por ende, la libertad porta un contenido clasista y político.
En el socialismo se aspira a que el individuo se desarrolle y que sus intereses fundamentales armonicen con los de la sociedad. Donde el proceso de individuación tenga sus bases en la colectividad y no en la propiedad privada. Para nosotros, la libertad condiciona a la justicia, a la vez la justicia condiciona la libertad, en el sentido de que no puede haber libertad sin justicia e igualdad de posibilidades.
El socialismo utópico, planteó la reivindicación de la igualdad humana, la fraternidad universal, el desarrollo libre de la individualidad, la creencia en el progreso, la idea de la perfectibilidad de la humanidad, todo estaba, de una u otra forma, en el pensamiento de la generación pos independentista.
El pensamiento político de Rafael María Baralt, se inscribe en esta discusión de vieja data, sus reflexiones representan una importante contribución al pensamiento filosófico latinoamericano. Su obra, sigue siendo una referencia obligatoria, para todo aquél que esté interesado en conocer nuestro pasado y reconstruir la historia de las ideas en Venezuela.
A pesar, de estar influenciado por los socialistas utópicos y los anarquistas, el socialismo con el que Baralt se identificó fue el de los cambios graduales o un socialismo reformista. Apostando a la construcción de una sociedad más justa sin la mediación de la fuerza o estallido social, no se mostró partidario de la lucha de clases, aunque consideraba de vital importancia la igualdad de derechos entre éstas, esto lo aleja del marxismo y del socialismo científico, y lo acerca más a los liberales progresistas.
Su pensamiento no dejó de ser liberal. Desde ahí buscó dar respuestas a los problemas que caracterizaban a las sociedades americanas y europeas, especialmente reflexionó sobre los problemas políticos y sociales.
Sus reflexiones sobre política, y las ideas que desarrolla entre el liberalismo y el socialismo, lo hacen ser uno de los precursores de estas corrientes en Venezuela, creador de una nueva interpretación de la historia venezolana, enraizado en el acontecer de nuestra cultura desde los intereses de la clase burguesa. Es eso lo que se comprende de sus obras, se capta el sentido de su elaboración teórica en el conjunto de circunstancias sociales e intelectuales del momento en que se gestaron. Por ello, sus argumentos representan una nueva posibilidad política para la clase que él representa y hay que entenderlo desde el contexto histórico-político de la época.
La obra de Rafael María Baralt, está por ser reinterpretada, pocos estudiosos consideran su legado, hoy cuando la humanidad se debate entre la vida y la muerte, entre la guerra y la paz, entre la contaminación ambiental y la armonía de la naturaleza, entre el neoliberalismo y las alternativas a ese modelo, se hace necesario analizar los postulados políticos de nuestros más insignes intelectuales.

El Nacionalismo



El nacionalismo es una ideología y movimiento sociopolítico que surgió junto con el concepto de nación propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la Era de las Revoluciones (Revolución industrial, Revolución burguesa, Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII. También puede designar al sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.

Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:

El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el Estado.
El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones colectivas de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las reclamaciones nacionalistas.
En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.

La historiografía también usa el término nacionalismo para referirse la época del nacionalismo: el periodo histórico de formación de las naciones y el surgimiento de la ideología y movimientos nacionalistas, lo que ocurrió en torno al siglo XIX, coincidiendo con las revoluciones liberales o revoluciones burguesas.5 En el siglo XX se produce una renovación del nacionalismo, en el periodo de entreguerras vinculado al fascismo, y tras la Segunda Guerra Mundial vinculado al proceso de descolonización y al tercermundismo, cuando surgen numerosos grupos denominados Movimiento de Liberación Nacional.

Se habla también del nacionalismo musical, expresión artística de la segunda mitad del siglo XIX que coincide con el nacionalismo político en la valoración de la etnicidad (folclore), y que deriva del anterior romanticismo, movimiento intelectual y artístico también muy vinculado con el nacionalismo romántico, aunque sea de más amplia extensión temporal y conceptual que éste.


Etapas en un movimiento nacionalista.

Todo movimiento nacionalista va a pasar por dos estadios en su evolución. El primero se centra en la  reivindicación  de aspectos culturales como el folklore, la Historia, la religión o la lengua; sobre todo la lengua se constituye en la base de identificación del grupo nacional y lo  que le diferencia de otros pueblos, la lengua es sometida a una depuración de términos extranjeros y se conoce un renacimiento literario importante. Es curioso que en la mayoría de los casos se establece un contacto con la Edad Media, época en la que, la nación fue libre y, en muchos casos, cuando se produjo el último esplendor cultural y literario, la Edad Media es el horizonte ideal y a veces inventado, la época pasada donde se produjo el nacimiento de la nación; evidentemente es una idea romántica, los hombres del  romanticismo en sus escritos recrean el misterioso pasado medieval en vez de la época clásica como había ocurrido con los artistas neoclásicos. 

El nacionalismo en el siglo XIX.

Una vez que la población ha tomado conciencia de la pertenencia a la nación se produce una segunda fase de  reivindicación política en la que la nación busca un acomodo en el Estado pidiendo su reconocimiento como nación, un mayor grado de autonomía o bien, lisa y llanamente, la independencia con la intención de crear un nuevo Estado. Estas reivindicaciones políticas constituyen el nacionalismo propiamente dicho.

Tipos de nacionalismos en el siglo XIX.

1. Según el ámbito de actuación. 

a) La independencia de otros estados.

Es el nacionalismo más típico, la nación (ya sabemos que es el conjunto de habitantes sobre un territorio con una misma lengua, costumbre, religión y pasado común) opta por la independencia de un Estado de lengua y cultura diferentes y en el que esta nación es minoritaria. Evidentemente los estados no van a consentir la pérdida de territorios y la secesión de una región, así estos movimientos van a ser duramente reprimidos. La primera vez que triunfa, ya en la Edad Contemporánea, un movimiento de este tipo es con la independencia de Grecia del Imperio Turco en 1829 y la segunda con la independencia belga de Holanda en 1830; los dos nuevos estados son de reducidas dimensiones. Esto no quiere decir que no haya más movimientos, por supuesto, pero no van a triunfar. Así el Imperio Austríaco  estaba formado por un mosaico de naciones distintas que lucharán por su independencia y no la conseguirán hasta después de la I Guerra Mundial. En el Imperio Ruso pasa lo mismo, el gobierno autoritario de los zares no va a permitir ningún movimiento nacionalista y los alzamientos polaco y ucraniano van a ser duramente reprimidos y a esas poblaciones se les desplaza de sitio y se les somete a un proceso de rusificación. En Gran Bretaña serán los irlandeses los que luchen por su independencia. 

b) La unificación de una misma nación repartida entre varios estados.

Si en el ejemplo anterior una nación estaba comprendida dentro de un Estado y luchaba por su independencia, ahora vamos a hablar de un caso más complicado, una nación repartida entre varios estados. Una vez que los habitantes de la nación han tomado conciencia de la pertenencia a la misma se produce la lucha para conseguir la unidad. Los casos más típicos son los de Italia y Alemania, en el Congreso de Viena ambas naciones habían permanecido fragmentadas; en los años 20, 30 y 48 se van a producir movimientos 
de liberación nacional y de lucha por la unidad de la nación dividida, esos movimientos cuajarán en los años 70 y los dos países  lograrán su unidad, (esto lo veremos en los siguientes temas).

c) El nacionalismo en las viejas naciones: el imperialismo.

En países como Gran Bretaña o Francia, y más tarde la Alemania ya unida, se va a producir también un importante movimiento nacionalista que no tiene como objetivo la independencia de la nación, pues ya la tienen, sino la exaltación de los principios nacionales y el patriotismo. Este movimiento a finales del siglo XIX llevará a un proceso de expansión en territorios de África y Asia que se conoce como imperialismo o expansión colonial. La idea de que la nación debe ser la más grande, temida y respetada y de que Dios llama al país a la misión grandiosa de dominar el mundo es una idea claramente burguesa que enmascara otras realidades como los intereses económicos de esa burguesía para buscar nuevos mercados y materias primas baratas. A la larga, el desarrollo de ese nacionalismo exacerbado en las naciones-estado europeas va a llevar al choque inevitable entre unas y otras en la I Guerra Mundial. 

2. Según la ideología. 

El nacionalismo busca con frecuencia otros compañeros de viaje, y se alía con ideologías afines o con objetivos más o menos parecidos. 

a) Nacionalismo y liberalismo.
Suele ser la unión más frecuente, el nacionalismo hace suyas las reivindicaciones del liberalismo político, el movimiento nacional reclama la independencia y un régimen parlamentario. Esto lo hemos visto ya en el caso de la independencia de Bélgica, y en los levantamientos nacionalistas frustrados de la Europa central y oriental de 1830 y 1848. La unión de las dos ideologías es lógica, la burguesía es la protagonista de las dos, por un lado pide la independencia de la nación, y por otro un régimen político en el que sea dirigente.

b) Nacionalismo y conservadurismo.
A finales del siglo XIX parte de la burguesía asentada en el poder va a dar un giro radical en sus presupuestos y ante la amenaza de revolución proletaria  va a hacer suyos postulados extremadamente conservadores que llegan a negar el parlamentarismo y a pedir un poder político fuerte (dictadura) que preserve a la  nación de influencias extranjeras y que ésta cumpla sus objetivos de expansión  y grandeza; en la idea de mantener a la nación pura sin contaminación con pueblos extranjeros -ideas defendidas entre otros por el ideólogo Maurras- se llega a casos de racismo y discriminación como el affaire Dreyfus, un oficial del ejército francés que fue injustamente condenado por ser judío, en realidad ese caso ponía en evidencia el enfrentamiento entre el parlamentarismo y el nacionalismo más cerril. 

No sólo Francia fue sacudida por esta corriente nacionalista conservadora, también Alemania, Gran Bretaña... Como podemos deducir este movimiento ultranacionalista, antidemocrático, elitista y antisemita sería el precedente de los regímenes fascistas del siglo XX que llevarían a la II Guerra Mundial. 


Características del nacionalismo.

Se puede remontar el origen del nacionalismo a  los siglos bajomedievales como una reacción al feudalismo, reafirmándose en el siglo XVIII con la Revolución Francesa, como un concepto que tiende a exaltar la nación como entidad soberana, frente al monarca absoluto. Su desarrollo en el siglo XIX se explica por la confluencia de varios factores:

El nacionalismo se había despertado por inspiración de una de las principales ideas de la  Revolución Francesa: todos los pueblos tienen derecho a disponer de sí mismos. Las tropas de Napoleón sirvieron de vehículo propagador de estas ideas; pero, a la vez, las invasiones napoleónicas desataron una reacción nacionalista contra el Imperio de Napoleón.La arbitraria división del mapa de Europa y la imposición de soberanos absolutos por el Congreso de Viena provocaron que el sentimiento nacionalista cobrase fuerza.
El Romanticismo también tuvo un papel clave, ya que rescata las leyendas medievales, buscando en la tradición el espíritu de la nación y glorificando la supuesta libertad de otras épocas, ahora perdida. Despertó el interés por el pasado histórico: el folklore, la épica y las costumbres antiguas se analizaron y divulgaron.R. Lara (2010). “Liberalismo y nacion alismo en la Europa del siglo XIX”.

París fue uno de los centros del nacionalismo al convertirse en receptora de exiliados. Pero fueron las universidades alemanas donde se realizaron las formulaciones teóricas más completas y donde surgieron importantes teóricos, como Herder y Fitche. El primero fue el iniciador de la idea de “Volkstum”, nación-pueblo, grupo histórico, frente al Estado que puede ser una creación artificial. El segundo instó a la resistencia contra Napoleón en sus Discursos a la nación alemana. Europa se convierte en un fervor nacionalista difícilmente conjugable con el caos que el congreso de Viena había introducido en el mapa de las nacionalidades. Así las sociedades secretas de los años 20 (la Joven Alemania  y la Joven Italia) también propulsaron los sentimientos nacionales.

En la Europa de la primera mitad del siglo XIX nos encontramos con la siguiente situación:
Dos nacionalidades divididas: Alemania e Italia. Nueve nacionalidades sometidas a otras: Irlanda a Gran Bretaña, Noruega a Suecia, Bélgica a Holanda, los ducados alemanes de Schlewig y Holstein a Dinamarca, y Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia a Rusia.

Dos Estados multinacionales:
El Imperio Austro-Húngaro, donde convivían alemanes, húngaros, checos, polacos, eslovacos, eslovenos, croatas, servios, rumanos e italianos. 
El Imperio turco, bajo el cual se encontraban turcos, griegos, búlgaros, servios, albaneses y rumanos.

De éstos, el primero es un nacionalismo aglutinador, mientras que los otros dos representan un nacionalismo disgregador. Aunque los movimientos nacionalistas estallaron fuertemente y con violencia en la primera mitad del siglo XIX, no comenzaron a tener éxito hasta después de 1850, principalmente con las unificaciones italiana (1861) y alemana (1871).  

Si bien en su origen,  estos primeros movimientos nacionalistas surgieron vinculados al liberalismo, ya que al igual que éste propugnaban las libertades de los ciudadanos y de los pueblos. El nacionalismo es un movimiento liberal en Europa hasta el proceso revolucionario de 1848, para convertirse durante la segunda mitad del siglo XIX en conservador y una de las ideologías básicas en la expansión imperialista.